“No alcanza con visibilizar la mirada de los jóvenes, es necesario que ocupemos espacios concretos en la toma de decisiones”

Manuel Aguilera tiene 25 años, es Lic. en Sociología y coordinador general del Programa Comunidades Protagonistas sin Basura de Surcos Asociación Civil, una iniciativa que propone mejorar la recolección de residuos en villas de la Capital Federal. Hace muy poco, tuvo la oportunidad de presentar la iniciativa en el 11° Foro de la Juventud organizado por la UNESCO. Manu, quien fue finalista de Comprometidos -iniciativa del área de Niñez y Juventud de Ashoka, Unesco y Social Lab- nos cuenta sobre su experiencia y nos brinda su perspectiva sobre los jóvenes como agentes de cambio.
Manuel Aguilera foto

Por Marianela Caparros, voluntaria de Ashoka Argentina, Uruguay y Paraguay

Fotos: Sandra Farid

Manuel recibió una invitación de la UNESCO para participar del 11° Foro de la Juventud que se llevó a cabo en noviembre del año pasado, en París. El Foro de la Juventud de la UNESCO busca promover el diálogo, el intercambio de conocimientos y la cooperación entre agentes de cambio jóvenes y la UNESCO, sus estados miembro y otras partes interesadas. En esta entrevista, Manuel nos cuenta su experiencia en el Foro y nos brinda su perspectiva sobre los jóvenes como agentes de cambio. 

¿Cómo fue la experiencia de participar en el Foro de la Juventud de la UNESCO? ¿Qué aspectos positivos podrías destacar del evento?

El Foro de la Juventud de UNESCO es un espacio que convoca, cada dos años, a jóvenes líderes de todo el mundo para involucrarlos en el proceso de toma de decisiones de la UNESCO. Durante 3 días compartí con 75 participantes de distintos países los desafíos que enfrenta la juventud alrededor del mundo y tuvimos la difícil tarea de consensuar, partiendo de miradas muy heterogéneas, un documento que fue entregado a la Asamblea General. 

Pese a la diversidad, todos compartimos un reclamo: no alcanza con visibilizar la mirada de los jóvenes, es necesario que ocupemos espacios concretos en la toma de decisiones. La participación real se da cuando se permite a los jóvenes construir espacios autónomos, elegir a sus propios representantes y tener derecho a voto en las decisiones institucionales. Si en los últimos años se empezó a hablar de pinkwashing o greenwashing para hacer referencia a los proyectos que “hacen como que” adoptan una mirada de género o ambiental pero no promueven transformaciones reales, estamos empezando a hablar de youthwashing para los proyectos que sólo convocan a los jóvenes para la foto, pero no les ofrecen espacios reales de participación.

¿Qué repercusiones tuvo esta participación en tu proyecto?

R: Uno de los resultados del Foro fue la creación de un movimiento global llamado Youth Community of Practice. Nos encontramos trabajando en la construcción de una plataforma digital que habilite espacios de participación para organizaciones, redes y movimientos de jóvenes en todo el mundo. En esta línea, queremos ofrecerles a todos los jóvenes del mundo que están trabajando con sus comunidades un canal de diálogo para conectarse con otros proyectos e involucrarse con las acciones de UNESCO. 

A los participantes del Foro, la construcción de este movimiento nos va a permitir involucrar a nuestras organizaciones en la fundación de un movimiento global, democrático, pensado para jóvenes y liderado por jóvenes.

¿Qué pensás hace falta en el contexto actual para que los jóvenes puedan percibirse como agentes de cambio? 

R: Lo primero es terminar con los discursos que tienden a estigmatizar a la juventud. Un ejemplo muy claro es el término “ni-ni”. Erróneamente, se repite constantemente que en nuestro país hay 1 millón de jóvenes que ni estudian ni trabajan. Ahora, cuando miramos de cerca esos números vemos que el 70% son jóvenes que están al cuidado de niños y niñas (además, el 95% de este universo son mujeres). Entonces, en vez de repetir discursos estigmatizantes o proponer soluciones como un nuevo servicio militar, tenemos que preguntarnos qué pasó antes que llevó a esos jóvenes a abandonar sus estudios. ¿Esos jóvenes recibieron Educación Sexual Integral para contar con las herramientas para prevenir embarazos no intencionales? ¿El Estado les ofreció servicios de cuidado para sus hijos para que esos jóvenes pudieran continuar sus estudios?

Pero trabajar sobre las representaciones sociales no alcanza. Trabajar para empoderar a los jóvenes y que se sientan agentes de cambio está buenísimo, pero si no se abren espacios reales de participación el impacto de estos proyectos es muy limitado. Argentina tiene una legislación muy avanzada en términos de participación de jóvenes. Los Centros de Estudiantes, por ejemplo, o los Consejos de Niños, Niñas y Adolescentes, son espacios en los que la participación de los jóvenes que no siempre se respeta. Desde las organizaciones sociales tenemos una responsabilidad ahí: hablar de participación no puede ser un concepto vacío, es un derecho de las y los jóvenes participar de la toma de decisiones y tener espacios autónomos para discutir sus problemáticas.

¿Qué habilidades considerás esenciales para que puedan desarrollarse como tales?

Las organizaciones que trabajamos en participación escuchamos todo el tiempo que “todavía no se pueden generar espacios de participación porque los jóvenes no cuentan con las habilidades necesarias”. Yo pienso que esta respuesta es como si un profesor de música no quisiera darle una guitarra a su alumno porque todavía no sabe tocarla. No se aprende a participar antes de participar.

En esa línea, creo que hay que preocuparse menos por las habilidades y más por los espacios que se habilitan a los jóvenes. Sí, por supuesto, es necesario conquistar la autonomía, la proactividad, la capacidad de diálogo, consenso y el pensamiento crítico. Pero eso no se puede enseñar en un aula. Lo que hay que hacer es abrir espacios en las organizaciones, escuelas y gobiernos para que los jóvenes puedan desarrollar estas habilidades liderando sus propios proyectos, tomando decisiones, integrándose como ciudadanos plenos en la sociedad y ejerciendo su rol como agentes de cambio.

Se dice que los jóvenes tienen el poder. ¿Qué genera en vos esta frase?

R: No sé si lo tienen, pero sí creo que los jóvenes son una amenaza al poder. Hoy estamos viendo cómo en el mundo vuelven a aparecer los movimientos ultranacionalistas, xenófobos y anti LGTBIQ. La contracara de esto es una juventud movilizada y protagonista de profundas transformaciones sociales. El feminismo, los movimientos de estudiantes y los movimientos ambientales son sólo algunos ejemplos.

Por definición, los niños y jóvenes son los grupos sociales a los que más tiempo les queda en este planeta, y es natural que tengan un compromiso político por esas transformaciones de largo plazo. Creo que el campo de disputas está abierto: no sabemos qué salida vamos a adoptar a las grandes crisis globales. Pero sí sabemos que la juventud va a ser protagonista de estas transformaciones. 

¿Qué consejo le darías a otros jóvenes que tienen alguna idea pero no se animan a emprender?

El tema del emprendedorismo me interesa particularmente porque fue mi tema de tesis, y creo que tenemos que tener una mirada un poco más crítica. Durante los últimos años la cuestión del emprendedorismo se puso muy de moda y a veces pareciera que todos tenemos que ser emprendedores. Yo no comparto esta mirada. Si, por supuesto, está buenísimo que todas las personas que quieren emprender encuentren el acompañamiento y la motivación para hacerlo, pero no es cierto que emprender sea para todos.

Sobre todo, porque a veces de tanto hablar de emprendedorismo nos olvidamos de los proyectos colectivos. Integrarse a una organización, una red de jóvenes, un partido político, una empresa o una cooperativa puede ser una experiencia tanto o más enriquecedora que empezar un nuevo proyecto. Si todos nos dedicamos a emprender ¿quién sostiene las luchas de largo aliento? Ojo, no estoy tratando de tener un discurso anti emprendedor, yo colaboré con la creación de muchos proyectos y hay muchos emprendedores y emprendedoras a los que admiro mucho. Pero sí creo que hay que dejar de otorgarle ese status de superioridad moral a los emprendedores. A veces pareciera que “emprender” es la única forma de transformar, y esa idea sí que no la comparto.