Claire Fallender
Claire has a deep sense of justice and fairness which has led her towards a career in building systems that support social entrepreneurs and young changemakers driving positive impact in the world.
Claire’s trajectory was highly influenced by supportive parents: A mathematician mother who challenged inflexible gender norms until she chose to pivot all her acumen into community leadership in public education and a business executive father whose work trips abroad taught Claire a sincere respect for a diversity of cultures not her own. They purposefully instilled in her a deep sense of fairness and a sense that she could do anything.
Claire’s changemaking journey started in high school where she became a leader in her school’s social change organization, overseeing a dozen student-led initiatives from housing to health to social justice. This work and early experiences volunteering with a community organization in Honduras exposed Claire first-hand to how well-intentioned people from outside a community could unintentionally do more harm than good.
In college Claire led a number of social justice initiatives. For instance, after witnessing labor violations so close to home as an intern with a leading garment worker’s union in New York, she launched the Students Against Sweatshops campaign at Yale, resulting in the administration approving a Code of Conduct to ensure the university’s ethical sourcing of its licensed goods. While studying in Chile, Claire was inspired by an Ashoka Fellow who demonstrated the kind of systems change impact only possible for someone who lives with the social problem and can skillfully put others into powerful roles. She graduated college and joined Ashoka’s team.
At Ashoka, Claire worked at every level of Venture, starting in D.C. and quickly moving to Brazil where she led the Venture/Fellowship program. She co-designed with a Fellow and launched Ashoka Brazil’s first youth changemaking program. Led by her passion for connecting the impact of social entrepreneurs and public policy change, she left Ashoka in 2004 to pursue a degree in Public Affairs at the Princeton School of Public and International Affairs where she eventually worked with UNICEF to develop the first inter-agency guidelines for supporting adolescent girls across 7 UN agencies.
After Princeton Claire joined the Oikos-Cooperation and Development, a social entrepreneur-led Portuguese organization in Mozambique, as a country leader in 2006. Her work catalyzed innovative approaches to support farmer and fishing cooperatives in their mitigation of the impacts of climate change and the HIV epidemic. Unsettled by the lack of support to Mozambican social entrepreneurs and changemakers, Claire returned to Ashoka to lead the Global Venture Program.
In the last decade, Claire has entreprenerd Ashoka’s LeadYoung initiative to help young people and now everyone to tell their Everyone a Changemaker story. She works across our global team of colleagues to develop tools and systems to align our global youth strategy and bring resources to support our core strategy. For example, she intrapreneured the four super key EACH dashboards.
In Claire’s free time, she loves to hike, make Halloween costumes and windchimes. She is grateful for the support of her husband and two young sons.
#LeadYoung - Sarah Toumi: plantando árboles para frenar la desertificación en las zonas rurales de Túnez
Durante su infancia, Sarah Toumi (nacida en Francia, de origen tunecino) pasó temporadas en Túnez con sus parientes. Durante una de sus visitas, recuerda haber revelado a sus primas su sueño de convertirse en astronauta tras acabar los estudios. A continuación, les preguntó acerca de sus sueños.
Sus tres primas le dijeron que deberían abandonar el colegio porque ya no había autobús que las llevase hasta allí. Le explicaron que la escuela estaba a 12 km de casa e ir andando era demasiado peligroso. Sarah recuerda que pensó “¿Cómo es posible? Yo puedo decidir lo que quiero ser porque mi colegio está cerca y todas las puertas están abiertas ante mí”. Tenía que haber forma de conseguirles un autobús. Fue así que Sarah fundó, con el respaldo de su padre, su primera organización. Ayudaría a niños de la aldea de su familia y los alrededores y les brindaría el acceso a oportunidades de aprendizaje dentro y fuera de la escuela. Por aquel entonces Sarah tenía 11 años.
Ahora, con 29, Sarah lidera “Acacias for All” (Acacias para Todos), un movimiento que busca frenar la desertización de las comunidades rurales en Túnez. Ella introduce cultivos alternativos, como las acacias, que ayudan a los agricultores a aumentar sus ingresos y, al mismo tiempo, mejoran la calidad del terreno. El programa inicial, vería a 300 personas —entre granjeros y artesanas rurales de la zona de Bir Salah— incrementar sus ingresos un 60%. Su trabajo está en vías de expandirse ahora por la mitad de las provincias tunecinas y se han plantado 100.000 árboles. El objetivo de Sarah es cambiar la forma en que tanto agricultores como legisladores perciben la reducción del cambio climático: de esfuerzo costoso de baja prioridad, a estrategia principal para la subsistencia de las zonas rurales.
¿Qué factores contribuyeron a que Sarah haya logrado todo esto? La experiencia temprana de Sarah como agente de cambio fue esencial para definir quien es a día de hoy. “Cuando empiezas joven, aprendes a trabajar con otros y a solucionar problemas… Entonces no sabía lo que era un “agente de cambio”, pero sabía que iba a participar en cambiar las cosas”. Desde pequeña, los padres de Sarah la involucraron en diversos proyectos. “Para nosotros era normal dedicar tiempo a ayudar”, Sarah rememora. “No siempre lo entendíamos todo, pero acumulabamos experiencias”. Además, sus profesores le dieron alas para ser creativa y curiosa, animándola a investigar temas extracurriculares que le interesaban y para presentarlos en la clase.
A los cuatro años de formar su organización, Bir Salah tenia un autobús para llevar a los niños al colegio. Siete años después, abrieron su propio instituto. Hoy, todos los primos pequeños de Sarah continúan su educación y varios ya van a la universidad. Sarah ha apadrinado a uno de sus primos en especial, incluyéndole en reuniones con comités rurales y haciendo que la acompañe cuando habla en foros para la juventud. Según Sarah, es esencial darles a los jóvenes la experiencia y el apoyo que ella misma recibió de sus padres y profesores. “Aquellos que piensan que sus hijos tendrán éxito simplemente convirtiéndose en doctores o abogados están equivocados. Sus hijos se van a quedar fuera del juego”. Los primos pequeños de Sarah crecen en un mundo inestable y que a veces da miedo. Es un mundo de extremismo, terrorismo y cambio climático. “Pero la gente joven tiene la habilidad de soñar sin límites. Están conectados, tienen acceso a información, pueden viajar y conversar con gente diferente, incluso a través de los continentes. Lo que necesitan es el apoyo de mi generación y de las anteriores para obtener las habilidades y la motivación para creer en sí mismos, hacer cosas y no tener miedo a intentarlo.”