Del individualismo al coliderazgo
Hasta hace algunas décadas, los niños latinoamericanos crecían en un mundo muy diferente al actual. En la infancia de Carolina Nieto, las familias mexicanas constaban de entre 6 y 12 críos, las cuales compartían prácticamente todo, desde la comida hasta la televisión. El sentido individualista de competencia era, si bien existente, mucho menos importante. Eso era notable incluso en nuestros juegos, organizados por rondas o turnos, en los que no había ganadores ni perdedores. En México, jugábamos a “Los Quemados”: cada jugador tomaba una pelota y con ella tocaba o “quemaba” a otro jugador, quien a su vez tomaba la pelota para “quemar” al siguiente; y así, sucesivamente, turnábamos ese rol de uno a otro. Hoy en día predominan las dinámicas en las que “el que llega primero, gana”. Es triunfador el que tiene más para sí, y ya no nos referimos solamente a los juegos. Hablamos de las cosas serias que dan lugar a desigualdades económicas, sociales y oportunidades formativas. En un mundo de campeones y perdedores, pero, sobre todo, de individuos, todos quieren saber de qué lado de la cancha están. Entonces, ¿qué pasa con el liderazgo vinculado a habilidades de colaboración? ¿La colaboración forma parte de los conocimientos idóneos para avanzar en el siglo XXI debido a su escasez comprobada o por su impacto basado en evidencia? Veámoslo a continuación.