Transitar el duelo en cuarentena

Malena Speerli, de 15 años, perdió a su hermano en 2017. Nos abrió las puertas “virtuales” de su hogar y nos contó por qué eligió a Aiken –organización fundada por la Emprendedora Social de Ashoka Aldana Di Costanzo- para hablar de un dolor que aún le cuesta poner en palabras. Leé la nota acá.
Malena
Source: Lucia

Por Sofía Muratore, voluntaria de Ashoka Argentina, Uruguay y Paraguay

¿Alguna vez oíste hablar sobre la resiliencia? Quizás te resuena esta palabra, porque a raíz de la pandemia se ha vuelto tendencia en los medios y las redes sociales. La resiliencia es más que un tema en auge; es la capacidad del ser humano de superar situaciones traumáticas. El vocablo proviene del latín resilio, y remite a “dar un salto, rebotar”.

Si bien la palabra fue escuchada por primera vez en la física, en 1972 se la pronunció en las ciencias sociales. Pues el psicólogo Michael Rutter hizo alusión a este concepto para analizar aquellas personas que habían logrado sortear adversidades como lo eran: campos de concentración, pobreza, o maltratos, y la pérdida de un ser querido.

Pero, ¿a qué edad se es resiliente? ¿Es una condición? ¿Una habilidad? ¿Se aprende? Los expertos dicen que las personas no son resilientes en sí, sino que aprenden día tras día a superar los desafíos que le presenta la vida.

A veces, esto sucede recién en la adultez, pero en otros casos el “castillo de príncipes y princesas” se derrumba en la niñez con la pérdida de un ser querido. Con el objetivo de ayudar a jóvenes a superar el duelo, y a comprender que la muerte de un otro no es el fin de la vida, surgió Aiken, que acompaña a través de talleres, a niños y adolescentes asimilar y aprender del dolor de una partida.

Aiken de hecho fue hace muy poquito reconocida por CAF-banco de desarrollo de América Latina y Compromiso Empresarial como una de las 10 iniciativas más innovadoras para paliar los efectos del COVID en los más vulnerables. También fue elegida para formar parte de un proyecto internacional de "Procesos de muerte y duelo en tiempos de la pandemia", en la prestigiosa revista Científica Frontiers.

Algo que enseña Aiken es que es necesario hablar de lo que te pasa, que es importante expresarte, y por sobre todo invita a dialogar sobre un tema tabú de la sociedad, como lo es la muerte. De esta manera, Malena Speerli de 15 años, quien perdió a su hermano en 2017, comenzó a participar de talleres virtuales que buscan generar el contexto para que niños y jóvenes hablen sobre diversos aspectos de su ser querido fallecido y su duelo. En su diálogo con Ashoka, nos contó sobre la experiencia y se abrió con nosotros sobre su dolor.

¿Cuándo decidiste que querías recurrir a Aiken?

Nunca quise hacer ninguna terapia, no me interesaba ir al psicólogo. No hablaba del tema, ni me interesaba contarlo. A mi mamá, en uno de sus grupos de padres que pierden hijos, le habían contado sobre Aiken, pero yo estaba negaba a ir. Hasta que pasado los dos años de la muerte de mi hermano creí que estaba bueno, que era una oportunidad.

¿Cómo son los encuentros?

Son cada quince días. Antes eran presenciales, y ahora por el contexto, se realizan de forma virtual. Son talleres mixtos, grupales, donde todos pasaron por la pérdida de un ser querido.

¿Qué hacen en los talleres?

En general, si viene alguien nuevo, nos presentamos. Luego, contamos cómo estuvo nuestra semana, hacemos juegos, escribimos lo que nos pasó y nos está pasando.

¿Tus padres están presentes en las reuniones?

No, estamos solos. Pero, en general los acompañantes de cada uno de nosotros participan de otros encuentros. Las asistentes les dan herramientas para acompañarnos, y para que sepan qué nos está pasando y cómo nos sentimos.

¿Qué aprendiste hasta ahora participando en Aiken?

Que siempre hay alguien igual o peor que vos, que nos sos el único que está pasando  por eso. Comprendí que lo que me pasó a mí no es lo más grave del mundo, que sí es muy malo, pero que puedo aprender. Además también me gustó conocer gente. El primer día recuerdo que lloré mucho cuando conté todo. Pero, descubrí que lo podía hablar y que había alguien del otro lado que entendía por lo que estaba pasando.

Si tuvieras que darle un consejo a la Malena del pasado, ¿qué le dirías?

Que hable, que es muy difícil, pero más va a ser si no lo comparte. Que todo es un proceso, que son momentos, que el dolor siempre va a estar, pero luego cede y aparece desde otro lado.